LA CUEVA (NOVIEMBRE 2006)

Category: Artículos Created: Thursday, 29 June 2017 03:04

Al otro lado de la línea hablaba una voz costeñísima, Oye, te espero en Octubre, la vas a pasar chévere.  Era Fiorillo que me invitaba al programa Al pie de las letras, en la famosa Cueva de García Márquez, Cepeda Samudio, Alejandro Obregón, Cecilia Porras, Germán Vargas Cantillo, Fuenmayor, Figurita y muchos otros que gravitaban alrededor del alcohol y la palabra.

Normalmente las invitaciones a estos encuentros literarios se hacen a través de una carta formal con instrucciones precisas de programación, hotel, aeropuertos y esas cosas que dibujan el modo de pensar de los organizadores. 

Pero esta vez no hubo nada de eso, sólo la voz caribe que me recordaba la imagen de un periodista que hace quince o veinte años dirigía   noticieros, hacía crónicas para televisión y que se desapareció del mapa porque se fue a escribir a Nueva York hasta cuando volvió con un libro sobre Raúl Gómez Jattin y luego se hizo cargo de la cantina histórica de Barranquilla.

Me gustó esa informalidad y decidí irme para el aeropuerto a esperar mi vuelo. Los oficiales de Avianca miraron mi pasabordo y me pidieron que los acompañara. Pensé que si me decían que no podía viajar iba a llamar a Fiorillo a pedirle que arreglara el problema. Pero no hubo necesidad. Al contrario, me llevaron a la sala VIP y me cuidaron. Allí esperé el llamado a abordar y en el avión me sentaron en la primera fila, silla de cuero suave, espacio suficiente para cruzar las piernas, abrir mi computador, y soñar mientras los demás pasajeros se empujaban para encontrar un portaequipajes libre. No es normal que a los escritores que asisten a eventos literarios viajen en primera clase por cuenta de la organización. La carta de invitación por lo general es escueta y advierte sobre ciertas limitaciones presupuestales. Después descubrí que La Cueva también tiene problemas de dinero como todas las instituciones culturales del país, pero no hace de esto un drama. Primero hay otras cosas más importantes, como los cuentos de los visitantes. Allá estuve yo, contando historias a un grupo de  barranquilleros atentos. El escritor Ramón Illán Bacca, novelista del Caribe que todavía no ha sido valorado en su verdadera dimensión fue el encargado junto al periodista Jaime de la Hoz de hablar sobre el invitado. Fiorillo se mantenía tranquilo entre el público y sobresalía con su enorme cuerpo y su mirada cómplice. Y yo pensaba mientras hablaba, que en Colombia debería haber más Cuevas de éstas, donde  todavía se cree en la palabra.