CAPÍTULO PRIMERO-
—Soy Pável, el actor.
Nacho me miró como si me hubiera visto antes, como si me conociera desde siempre, y luego siguió saludando a los demás que estaban sentados en las mecedoras del patio en la casa del profesor. Nadie se levantó a su paso, tal vez porque a esa hora ya el calor hacía difícil respirar, o porque lo vimos tan joven que no consideramos que fuera una falta de respeto.
“Anclado en el recurso del recuerdo, Juan Diego Mejía, más que una novela ha escrito una partitura. Un adagio breve y triste, como en susurro, en el que a través de una prosa sin diálogos ni acción, pone en movimiento logradas imágenes que ondulan suavemente, como en cámara lenta, con personajes melancólicos que buscan salir del círculo de fracaso que los aprisiona (...)
Camila Todoslosfuegos se desarrolla en Medellín durante los años setenta. Un grupo de adolescentes en tránsito del colegio hacia la universidad vive la turbulencia de esos años en medio de la búsqueda de una razón para vivir. Camila se presenta como ese motivo que justifica la vida, pero el ritmo intenso de los acontecimientos la convierte en la obsesión por la que luchan todos los muchachos. Las motocicletas Harley Davison resuelven el pleito y la muerte los marca para siempre
(FRAGMENTO) Todos se fueron. Esas manos que mueven las flores y acarician los manteles de las mesas son de las mujeres encargadas del aseo. No se hablan entre ellas. Cada una hace su tarea en silencio y no se ven sorprendidas por el olor de las galletas que sube desde la calle con fuerza.
Uno tras otro los índices se levantan ante el auditorio. Dedos gordos, largos, torcidos, amenazantes. Dedos que marcan un camino histórico, ineludible: el camino de Mao. Son los años setentas y nombres como Mao tse tung, Ho Chi Minh, Che Guevara se repiten como símbolos de valor, audacia y compromiso en la mayor parte del mundo.